26 septiembre 2006





Inscritas más de 200 empresas venezolanas para Feria de La Habana

Por Ronald Suárez Rivas y Alberto Borrego Ávila (Foto),

Caracas.—Más de 200 empresas venezolanas han solicitado participar en XXIV edición de la Feria Internacional de La Habana, a celebrarse en las próximas semanas, confirmando el creciente nivel de intercambio entre este país y Cuba.
Gustavo Márquez, Ministro de Estado para la Integración y el Comercio Exterior, afirmó durante el lanzamiento oficial de la convocatoria para el evento, que son muy sólidos los vínculos económicos entre ambas naciones, favorecidos por los principios integradores de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Para esta Feria, aseguró, se esperan cifras superiores a las del 2005, cuando se registró la mayor participación histórica de Venezuela en esas citas.
En aquella ocasión, 57 empresas privadas y públicas, ministerios e instituciones financieras, ocuparon 170 metros cuadrados de uno de los pabellones.
“Estamos intentando recuperar el espacio perdido por la ola neoliberal que padeció el país. En este sentido, la apertura del mercado cubano ha permitido la reanimación de una parte importante de nuestro sector productivo, el cual se mantenía en receso, y crear una capacidad exportadora.
“La cooperación económica entre los países del Sur es fundamental para el avance de nuestros pueblos –aseguró-, y en el caso específico de Cuba, permite además compartir los logros de ambos procesos revolucionarios”.

Feria de La Habana

Inscritas más de 200 empresas venezolanas para Feria de La Habana

Caracas.—Más de 200 empresas venezolanas han solicitado participar en XXIV edición de la Feria Internacional de La Habana, a celebrarse en las próximas semanas, confirmando el creciente nivel de intercambio entre este país y Cuba.
Gustavo Márquez, Ministro de Estado para la Integración y el Comercio Exterior, afirmó durante el lanzamiento oficial de la convocatoria para el evento, que son muy sólidos los vínculos económicos entre ambas naciones, favorecidos por los principios integradores de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Para esta Feria, aseguró, se esperan cifras superiores a las del 2005, cuando se registró la mayor participación histórica de Venezuela en esas citas.
En aquella ocasión, 57 empresas privadas y públicas, ministerios e instituciones financieras, ocuparon 170 metros cuadrados de uno de los pabellones.
“Estamos intentando recuperar el espacio perdido por la ola neoliberal que padeció el país. En este sentido, la apertura del mercado cubano ha permitido la reanimación de una parte importante de nuestro sector productivo, el cual se mantenía en receso, y crear una capacidad exportadora.
“La cooperación económica entre los países del Sur es fundamental para el avance de nuestros pueblos –aseguró-, y en el caso específico de Cuba, permite además compartir los logros de ambos procesos revolucionarios”.

20 septiembre 2006

No hacen falta alas

BRUZUAL, Yaracuy.—Yurbis Goitía está a punto de realizar su sueño: entrar a la universidad. Y aunque sabe que para ella cursar altos estudios será muy difícil, solo desea que la salud le acompañe, para graduarse dentro de cuatro años y medio.

"Escribir no me cansa", dice Yurbis.

Siempre sonríe a pesar de su desdicha, y se define a sí misma como una persona independiente, voluntariosa y feliz.

Desde niña soñó con recibir clases para vencer, gracias a su talento, la enorme diferencia física que la separa de cualquier otra persona. Pero ya parecía que no lo conseguiría.

Cuando comenzó en primer grado, quisieron sacarla de la escuela, debido a su discapacidad. Solo la insistencia de la maestra y sus compañeritos, permitió que no la echaran.

"Los niños no entendían cómo podía escribir sin los brazos, apretando el lápiz entre la mejilla y el hombro. Todos trataban de imitarme, pero no les salía la letra", recuerda.

El día que concluyó la primaria fue el más triste de su vida. La mamá no tenía recursos para mantener a sus cuatro hermanas y enviarla a ella a la secundaria.

"Mis compañeros estaban contentos porque iban a tal o más cual liceo, y yo calladita. Cuando me dieron el diploma lloré mucho, porque no podía seguir".

Cuatro veces le escribió al alcalde, pidiéndole una silla de ruedas que le facilitara desplazarse, y nunca obtuvo respuesta. Por eso es enfática cuando asegura que el actual Gobierno es el único que ha tenido en cuenta a las personas como ella.

"Toda la vida estuvimos abajo, éramos excluidos del sistema, por eso le agradecemos al presidente Chávez su preocupación por los pobres".

Las misiones educativas promovidas por la Revolución bolivariana son para Yorbis una de las mayores alegrías que han recibido los venezolanos.

En el estado de Yaracuy, 300 kilómetros al suroeste de Caracas, existían 32 000 analfabetos, y más de 14 000 que no pudieron seguir estudiando después de terminar la primaria.

"Pero un día me enteré que iba a iniciarse la Misión Ribas con la asesoría de profesores cubanos, para formar bachilleres, y me dije: `Yurbis, ahí estás tú'".

"Resultó un poco difícil —reconoce— yo quería que fueran tan exigentes conmigo como con el resto de los alumnos; pero en un abrir y cerrar de ojos lo logré. Cuando recibí mi título de bachiller sentí una emoción grandísima. Ahora mi meta es la universidad."

En las próximas semanas Yurbis empezará a familiarizarse con las asignaturas de la carrera de Derecho, gracias a la política gubernamental de crear "aldeas universitarias" en todos los municipios de Venezuela, para dar respuesta a miles de personas que no conseguían acceder a la educación superior.

Dentro de cuatro años y medio, afirma, estará colgando el título de abogada en la pared de su casa.

—¿Y qué esperas hacer cuando lo consigas?

"Imagínese, náguara, ahorita no tengo palabras. Creo que trataría de ayudar a mucha gente necesitada que hoy no tiene quien los defienda."

—¿Te preocupa que no te acepten?

"Siempre hay quienes no nos comprenden. A mí me decían que si no podía estudiar, me conformara con lo aprendido, pero uno tiene que luchar por hacer realidad sus sueños."

EPÍLOGO

A pesar de no tener brazos, su caligrafía es muy buena.

Yurbis Goitía tiene 33 años. Nació con una malformación genética que no le ha impedido valerse por sí misma. Puede realizar quehaceres domésticos, dibujar y tomar nota en clases apretando el lápiz entre su rostro y el hombro. "Gracias a Dios no me canso", dice.

Su única limitación, asegura, consiste en colocarse la ropa interior. Su experiencia más feliz: haber conocido a Fidel Castro en La Habana. Su mayor deseo: "Que mi presidente Chávez me dé un abrazo, porque yo no puedo abrazarlo a él".

08 septiembre 2006

La sala de los milagros

La Dolorita, Miranda.— La bala le entró por un costado del abdomen y allí continúa hasta hoy, porque los médicos que operaron no consiguieron extraerla.
A LOS 58 AÑOS, TRAS PERMANECER 28 MESES EN CAMA, CARLOS AYOVI VOLVIÓ A CAMINAR.
Pero Carlos Ayovi nunca perdió el conocimiento, por eso puede asegurar que inmediatamente después del disparo dejó de sentir sus piernas.
Entre La Dolorita, estado de Miranda, y Musipán, en Monagas, transcurrían sus días de taxista hasta que en la noche del 20 de marzo de 2004, tres hombres armados le pegaran un tiro a boca de jarro para robarle su auto.

Luego de varios meses entre la vida y la muerte, logró sobrevivir. Sin embargo, no consiguió recuperar la sensibilidad de sus miembros inferiores. "Hasta me hacía pupú en la cama", recuerda.
LEVÁNTATE Y ANDA
A base de medicamentos logró mantenerse durante dos años y cuatro meses. Asistió algún tiempo a una clínica de El Llanito, distante a unos 18 kilómetros, pero tuvo que desistir. "Solo el viaje me costaba 40 mil bolívares (casi 20 dólares) y nada más que me atendían dos veces a la semana".

Resignado ya a no caminar, llegó a la Sala de Rehabilitación de La Dolorita, inaugurada hace dos meses por el Gobierno Bolivariano de Venezuela, y asistida por especialistas cubanos. Allí sucedió el milagro.
Tras varios días de tratamiento, Carlos se puso de pie y, como cuando era niño, volvió a dar sus primeros pasos.
EL EQUIPO DE SIETE ESPECIALISTAS CUBANOS HA APOYADO LA REHABILITACIÓN DE CIENTOS DE VENEZOLANOS
Héctor Labrada, director del centro y especialista en MGI, Psiquiatría, y diplomante en Medicina Física y Rehabilitación, explica que para ello han trabajado en el fortalecimiento de los músculos a través de estímulos eléctricos y ejercicios que Carlos sigue realizando diariamente en sesiones de hora y media.
"Me he recuperado bastante —asegura— antes mi esposa tenía que dedicarse a atenderme. Ahora soy yo quien cocina y cumple con los otros quehaceres de la casa, mientras ella va a trabajar.
"Los médicos cubanos son una maravilla, no solo como profesionales, son las mejores personas que he conocido".
Volver a la carretera con su taxi es su mayor aspiración. Y al parecer pronto podrá lograrlo. "Ya he manejado, puedo hacer de todo, incluso ‘tirar’ pues", dice, y sonríe con picardía.
LA SALA DE LOS MILAGROS
Desde que abrió sus puertas, a finales de junio, la sala de rehabilitación de La Dolorita ha recibido 780 pacientes.
LA SALA DE REHABILITACIÓN DE LA DOLORITA ESTÁ DOTADA DE UN MODERNO EQUIPAMIENTO.

Dotada de modernos equipos, es el único centro de su tipo en una comunidad repleta de casitas prendidas de los cerros, en las que habitan unas cien mil personas.

Siete especialistas cubanos se esmeran diariamente en mejorar la calidad de vida de una población mayoritariamente pobre y marcada por siglos de exclusión.
Ramón Bernal, de 25 años, se fracturó la médula espinal al saltar a un río. Cuando lo trajeron era un vegetal, pero en dos meses ya ha recobrado la sensibilidad de sus músculos.
Carlos Labrador, quien padece de sobrepeso, logró bajar tres kilos en su primera semana de tratamiento, y Yolanda Blanco ha podido estirar sus brazos, aquejados desde hace mucho por la artritis.
Paralíticos que vuelven a caminar, dolores que desaparecen, brazos y pies engarrotados que recuperan la movilidad… Las historias que comienzan a tejerse sobre la sala de rehabilitación de La Dolorita, parecen sacadas de un texto evangélico.
En una pared cercana, una mano anónima la bautizó en nombre de todos, en uno de los graffitis que inundan a Venezuela: "La sala de los milagros".