08 septiembre 2006

La sala de los milagros

La Dolorita, Miranda.— La bala le entró por un costado del abdomen y allí continúa hasta hoy, porque los médicos que operaron no consiguieron extraerla.
A LOS 58 AÑOS, TRAS PERMANECER 28 MESES EN CAMA, CARLOS AYOVI VOLVIÓ A CAMINAR.
Pero Carlos Ayovi nunca perdió el conocimiento, por eso puede asegurar que inmediatamente después del disparo dejó de sentir sus piernas.
Entre La Dolorita, estado de Miranda, y Musipán, en Monagas, transcurrían sus días de taxista hasta que en la noche del 20 de marzo de 2004, tres hombres armados le pegaran un tiro a boca de jarro para robarle su auto.

Luego de varios meses entre la vida y la muerte, logró sobrevivir. Sin embargo, no consiguió recuperar la sensibilidad de sus miembros inferiores. "Hasta me hacía pupú en la cama", recuerda.
LEVÁNTATE Y ANDA
A base de medicamentos logró mantenerse durante dos años y cuatro meses. Asistió algún tiempo a una clínica de El Llanito, distante a unos 18 kilómetros, pero tuvo que desistir. "Solo el viaje me costaba 40 mil bolívares (casi 20 dólares) y nada más que me atendían dos veces a la semana".

Resignado ya a no caminar, llegó a la Sala de Rehabilitación de La Dolorita, inaugurada hace dos meses por el Gobierno Bolivariano de Venezuela, y asistida por especialistas cubanos. Allí sucedió el milagro.
Tras varios días de tratamiento, Carlos se puso de pie y, como cuando era niño, volvió a dar sus primeros pasos.
EL EQUIPO DE SIETE ESPECIALISTAS CUBANOS HA APOYADO LA REHABILITACIÓN DE CIENTOS DE VENEZOLANOS
Héctor Labrada, director del centro y especialista en MGI, Psiquiatría, y diplomante en Medicina Física y Rehabilitación, explica que para ello han trabajado en el fortalecimiento de los músculos a través de estímulos eléctricos y ejercicios que Carlos sigue realizando diariamente en sesiones de hora y media.
"Me he recuperado bastante —asegura— antes mi esposa tenía que dedicarse a atenderme. Ahora soy yo quien cocina y cumple con los otros quehaceres de la casa, mientras ella va a trabajar.
"Los médicos cubanos son una maravilla, no solo como profesionales, son las mejores personas que he conocido".
Volver a la carretera con su taxi es su mayor aspiración. Y al parecer pronto podrá lograrlo. "Ya he manejado, puedo hacer de todo, incluso ‘tirar’ pues", dice, y sonríe con picardía.
LA SALA DE LOS MILAGROS
Desde que abrió sus puertas, a finales de junio, la sala de rehabilitación de La Dolorita ha recibido 780 pacientes.
LA SALA DE REHABILITACIÓN DE LA DOLORITA ESTÁ DOTADA DE UN MODERNO EQUIPAMIENTO.

Dotada de modernos equipos, es el único centro de su tipo en una comunidad repleta de casitas prendidas de los cerros, en las que habitan unas cien mil personas.

Siete especialistas cubanos se esmeran diariamente en mejorar la calidad de vida de una población mayoritariamente pobre y marcada por siglos de exclusión.
Ramón Bernal, de 25 años, se fracturó la médula espinal al saltar a un río. Cuando lo trajeron era un vegetal, pero en dos meses ya ha recobrado la sensibilidad de sus músculos.
Carlos Labrador, quien padece de sobrepeso, logró bajar tres kilos en su primera semana de tratamiento, y Yolanda Blanco ha podido estirar sus brazos, aquejados desde hace mucho por la artritis.
Paralíticos que vuelven a caminar, dolores que desaparecen, brazos y pies engarrotados que recuperan la movilidad… Las historias que comienzan a tejerse sobre la sala de rehabilitación de La Dolorita, parecen sacadas de un texto evangélico.
En una pared cercana, una mano anónima la bautizó en nombre de todos, en uno de los graffitis que inundan a Venezuela: "La sala de los milagros".